NATURALEZA DE LOS PARLAMENTOS DE LA JUVENTUD

 

 

 


Desde la celebración del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha manifestado una gran disposición para vivir con la actitud que San Juan XXIII vino a denominar “aggiornamento” y que el Beato Pablo VI quiso tener siempre presente como norma y programa; un estímulo a la siempre renaciente vitalidad de la Iglesia, a su siempre vigilante capacidad de estudiar las señales de los tiempos y a su siempre joven agilidad de “probar… todo y de apropiarse lo que es bueno” (Cf. 1Ts 5, 21)1.

Una de las características propias de la juventud es precisamente vivir con el impulso de querer actualizarlo todo según su propia visión del mundo. Sin embargo, estamos viviendo un momento en el que, como nos indica el Papa Francisco en Evangelii Gaudium, pese a tener un exceso de diagnóstico, no siempre va acompañado de propuestas superadoras y aplicables 2 . Por eso mismo, el Papa nos propone vivir en la línea del discernimiento evangélico: Es la mirada del discípulo misionero, que se alimenta a la luz y con la fuerza del Espíritu Santo 3. Al mismo tiempo, el Papa nos recordaba y alentaba a las comunidades particulares a una siempre vigilante capacidad de estudiar los signos de los tiempos 4 .

Con la intención de crear un espacio y un ámbito en el que los propios jóvenes puedan hablar en libertad y aprender a leer los signos de los tiempos a la luz del Espíritu Santo y con discernimiento evangélico, nuestro arzobispo, D. Carlos, nos pide organizar unos parlamentos de la juventud, que puedan aportar, así mismo, la opinión de los jóvenes en estos diálogos para llevarla a Roma al Sínodo de los obispos del próximo octubre.

La propuesta en sí incluye parlamentos en cada una de las vicarías territoriales y tiene como subtítulo: de la cultura, del encuentro y de la comunión.

Cultura

Estos parlamentos son de la cultura porque son de todos. Son abiertos. Nos reunimos como cristianos pero sin cerrar las puertas a nadie. Nos reunimos para hablar de la cultura que nos es común a todos, y que queremos construir entre todos al servicio del hombre. Porque no se trata de ver quién puede más, o quién gana, sino de ver cómo hacer posible que el hombre pueda llegar a ser más, que interprete cada día mejor lo que Dios ha hecho para él.

Encuentro

Estos parlamentos son del encuentro, porque siguen el ejemplo del Dios en quien creemos, que no nos habló desde la distancia, sino que vino a nuestro encuentro. Que no nos habló desde el poder, sino que se hizo uno de nosotros y nació en Belén. Un Dios que sabe acercarse a nuestro encuentro y exponerse. Que se hace vulnerable y es susceptible de que le hagamos daño. Porque nos quiere. Se fía de nosotros. Y este es el modo propio de encontrarnos también nosotros, unos con otros, como cristianos. Y de abrir nuestras puertas para encontramos con otros jóvenes, aunque no piensen igual que nosotros.

Comunión

Estos parlamentos son de la comunión, porque es lo que al final nos une. Jesucristo. Este es el modo novedoso de encontrarnos, unidos los unos a los otros, de un modo indecible. Es por Él que podemos superar toda división. Es por Él que estamos todos embarcados en buscar el bien del hombre. Es por Él que queremos elegir el camino mejor para servir juntos al hombre, y hacer este camino de tal modo que podamos incluir en él a todos los hombres. Trabajando con todos para mejor servir al hombre, a los jóvenes, a los pequeños, a los preferidos de Dios.

La experiencia de los parlamentos en las vicarías y en la diócesis puede ser una ocasión, no sólo de escuchar a los jóvenes y presenciar el diálogo que entre ellos se establece, de cara a trasladar sus propuestas al Sínodo de los Obispos, sino también una ocasión de ser testigos del milagro de cómo el Espíritu Santo sostiene a los jóvenes en un modo nuevo de contemplar su vida y las más diversas cuestiones de la actualidad. Con esta convicción quedamos abiertos a la posible continuidad de esta experiencia, que puede ser un modo concreto de estructurar la pastoral juvenil diocesana desde la participación de todos, buscando dar a los jóvenes el protagonismo que Cristo quiere darles, y haciendo a toda la sociedad escuchar la voz de los jóvenes cristianos que pueden ofrecer criterios evangélicos y soluciones creativas antes las cuestiones más controvertidas de nuestro mundo.

1. Pablo VI, Carta enc. Eclesiam suam (6 agosto 1964), 19: AAS 56 (1964), 632
2. Francisco, Exhort. Ap. Evangelii Agudium (24 noviembre 2013), 50: AAS
3. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis (25 marzo 1992), 10: AAS 84 (1992), 673
4. Pablo VI, Carta enc. Eclesiam suam (6 agosto 1964), 19: AAS 56 (1964), 632

 

               

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